
En redes sociales se ha vuelto tendencia ver cómo en Estados Unidos preparan pozol en casa. Desde Phoenix, compartieron cómo calman el antojo usando pozol en polvo hecho en Chiapas.
El pozol, bebida ancestral de origen zoque y emblema culinario de Chiapas, ha encontrado un nuevo camino para viajar por el mundo: su versión deshidratada. Esta presentación ha permitido que comunidades chiapanecas que viven en otros países mantengan viva la tradición, incluso lejos de casa.
En redes sociales, especialmente TikTok, se han multiplicado las publicaciones de personas que desde Estados Unidos preparan esta bebida a base de cacao y maíz. Tal es el caso de Stephanie Moreno, una joven que reside en Phoenix, Arizona, y quien compartió en video cómo su antojo por el pozol la llevó a prepararlo desde su hogar, usando una mezcla chiapaneca en polvo.
“Voy a preparar lo que es un pozol de cacao aquí en Phoenix. Principalmente viene deshidratado por cuestiones de transporte para su conservación: 15 cucharadas por un litro”, narra en el video. De acuerdo con su receta, basta agregar agua, hielo y ajustar el nivel de azúcar al gusto para obtener el sabor tradicional.

La creadora relata que disfruta el pozol “un poco más azucarado del usual”, por lo que añade endulzante extra además del que contiene el empaque. Al final, solo mezcla, sirve en vaso y se declara lista para disfrutar una bebida que —dice— “a varios nos ha gustado en esta presentación que viene desde Chiapas”.
Esta tendencia responde a un creciente interés por sabores tradicionales, así como a la nostalgia que enfrentan comunidades migrantes ante la distancia cultural y gastronómica. El pozol deshidratado, ligero y fácil de transportar, ha permitido que la bebida llegue a ciudades de Estados Unidos como Phoenix, Los Ángeles, Houston y Chicago, entre otras.
Para productores chiapanecos, la expansión del mercado representa nuevas oportunidades económicas y culturales: mantener viva la identidad local mientras se posiciona el pozol como un producto internacional.
En tanto, historias como la de Stephanie revelan cómo esta bebida ancestral continúa recorriendo el mundo y conectando a quienes, aun lejos, buscan un vaso frío de pozol para sentirse más cerca de casa.
























