En la entrada del Panteón Municipal de Tuxtla Gutiérrez hay diversos puestos de empanadas, tacos fritos y suaves los cuales son los preferidos de los colonos de la zona oriente y de los choferes de combis y taxis que transitan por la zona.
Pero uno de estos puestos tiene más de 50 años, es el de Doña Esperanza González Pérez, quien por herencia de su madre comenzó a trabajar en la venta de comida afuera del panteón municipal.
Doña esperanza junto a una de sus hijas.
“Tengo 58 años vendiendo. Junto a mi madre fuimos de las fundadoras de la venta de tacos y empanadas afuera del panteón. Al principio fue mi mamá la queme insistió en que viniera porque yo era soltera y tenía que ayudar en la casa, después me casé y regresé a vender pero ahora para darle algo a mis hijos”, dijo Doña Esperancita, como la conocen sus clientes.
Esta señora a pesar de que su caminar es lento aun acude a vender afuera del panteón, aunque ahora cuenta con dos puestos que son atendidos por sus hijas, a quienes les heredó las recetas.
“Yo he estado muy enferma, la verdad ya casi no puedo caminar y son mis hijas las que me ayudan porque la vista no me da para freír bien. Así que mis hijitas me ayudan porque tampoco puedo darme el lujo de no trabajar, la vida es muy cara”, confesó.
Doña Esperanza es madre de nueve hijos, quienes le dieron 27 nietos que a su vez la hicieron bisabuela en 17 ocasiones.
“He visto pasar a muchas personas. Acá encuentran a una amiga y hasta comadre. Gracias a Dios me va muy bien y aunque ahora ya hay competencia pues los clientes nos siguen prefiriendo. En mi puesto hay de todo, su taco frito, empanada, agua de coco y pozol, lo clásico de nuestra bella ciudad”, finalizó Doña Esperanza.