Tuxtla Gutiérrez.- Desde el 26 de octubre el mercado San Juan de Tuxtla Gutiérrez se transforma de noche: la sección de flores se tiñe de naranja, morado y amarillo, productores llegan a la zona trasera con sus camionetas cargadas de cempasúchil y terciopelo e instalan colchonetas para que pernocten durante sus descansos junto a sus pequeños hijos.
La pandemia por Covid-19 disminuyó la ganancia de productores y vendedores de flor, que tienen en esta época del año su mayor número de ingresos económicos, pero pese a las dificultades la contingencia sanitaria no “marchitó” el ánimo de quienes tienen al mercado San Juan como su segundo hogar.
A un costado del estacionamiento trasero del San Juan se colocan tanto productores como comerciantes, y otros que solo se dedican a la distribución: Ninguno duerme.
Los primeros dan precios un poco más económicos, sin embargo tratan de manejar los mismos que los comerciantes tanto ambulantes como los establecidos. Una de estas productoras que también es locataria del San Juan es doña Marisol Robles Palacios, originaria de la Rivera Las Flechas, Chiapa de Corzo.
“Acá les damos precios como productores, aunque no soy la única que está toda la noche, estamos todos los de la Rivera. Los precios son variables, realmente el mercado decide, a veces están desde los 50 pesos hasta 10 pesos la paca”, dijo.
Doña Marisol menciona que en estas fechas “la competencia es tan dura”, que se ven “obligados” a salir a vender a las afueras del mercado, sobre todo porque como productores son fuente de trabajo de “al menos” 25 personas que se encargan de levantar la siembra.
“Hay mucha competencia y tenemos que salir, además traemos camiones y necesitamos un espacio grande y pues los locales son pequeños. Nos la hemos ingeniado para tener un poco de venta, para salir adelante, no ha sido fácil pero tanto mi papá como yo no hemos dejado de trabajar porque de nosotros dependen de 10 a 15 familias, además que en esta temporada se contratan a 25 trabajadores a quienes no les hemos bajado los sueldos”.
El clima de estos días ha permitido que productores y comerciantes de flor vendan sin preocupaciones, que disfruten de las míticas lunas de octubre y atiendan con una sonrisa a aquellos que llegan al mercado en taxi, carros particulares y hasta camionetas de carga, pues también acuden personas de municipios cercanos.
Los colores, olores, las risas de sus vendedores, los focos de colores que iluminan los puestos, la música, el ir y venir de los cargadores con sus espaldas y diablitos llenos de flor, el sonido de los motores de los autos que entran a la zona de carga y descarga, y el rostro de nostalgia y felicidad de aquellos que salen del lugar con las flores que adornarán los altares y tumbas de sus difuntos engalanan las noches del San Juan, mercado que está de fiesta por la temporada de muertos.