Esta calle que inicia en la entrada de la colonia Malibú de Tuxtla Gutiérrez, que parece muy inclusiva por su rampa para personas con discapacidad, apenas es de tres metros, se va reduciendo y el destino para el peatón, es el arrollo vehicular.
Es una vialidad importante, donde se encuentran los bulevares Laguitos, 28 de Agosto y Ciro Farrera, es la entrada de colonias como Chapultepec, Atenas, Montes Azules y más, y ahí sus habitantes que van a pie, enfrentan los desafíos del automovilista, por tener una banqueta que llega a medir 10 centímetros.
En los aproximadamente 200 metros de vialidad, no hay espacio para peatones, ahí hay un enorme terreno baldío bardado marcado con el número 2254, a un costado hay dos locales comerciales y junto, hay una vivienda, cuya colindancia es la calle.
El riesgo para quien transita esta zona es latente, es una vía concurrida por el transporte público y privado.
Hay personas como esta señora que mejor decide pasar al camellón, el cual es difícil de transitar por los árboles.
Ella camina la zona una vez por semana para hacer el mandado. Prefiere irse metiendo entre los árboles que desafiar a los vehículos, aunque llega un tramo en el cual mejor decide bajar.
Dice que ya está acostumbrada a caminarlo pero eso no significa que no sea peligroso.
La Ley General de Movilidad y Seguridad Vial menciona en su artículo 35, en los criterios para el diseño de infraestructura vial, que las calles deben tener entre las condiciones mínimas:
“C) Pasos peatonales que garanticen zonas de intersección seguras entra la circulación rodada y el tránsito peatonal”
Pero aquí no las hay, aquí, el peatón es quien lleva las de perder.