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Carolina Castillo

 

La industria de la moda es el reflejo de todo lo que acontece en nuestra sociedad, esta se va adaptando a las necesidades que surgen dependiendo de la situación política y económica en la que nos encontremos. Recientemente el consumo de ropa usada ha ido en aumento a consecuencia de la crisis de estos últimos años, en especial por la crisis de la pandemia que viene arrasando en México desde 2020.

 

La moda circular es una práctica en la que se invita a que le demos una oportunidad (más) a la ropa que dejamos de usar por alguna razón, ya sea porque aumentamos o bajamos de peso, nos dejó de gustar o por simples malos recuerdos. Sin embargo, el “secondhand” o “ropa vintage”, que malamente etiquetamos, proveniente de la ropa de paca, es la que protagoniza actualmente un nuevo fenómeno social.

Gentrificación en la ropa

 

La gentrificación, es un término acuñado a la sociología y comienza “cuando algún grupo de personas de cierto nivel socioeconómico descubre un barrio de gente pobre que ofrece una buena relación de calidad y precio y deciden instalarse en él, aprovechando las oportunidades de compras de los precios.”

 

Esto no representaría ningún problema si tan solo los barrios humildes no se encarecieran después, gracias a la demanda de las clases con mayor capacidad económica, cambiando por completo la accesibilidad para quienes no cuentan con los recursos de adquirir estas propiedades.

 

Curiosamente algo similar está sucediendo con la ropa que bazares ofrecen en redes sociales y que venden mucho más cara; algunas de estas prendas provienen de estos paquetes que vienen como bultos desde los países de primer mundo y que muchos están destinados realmente como donativos a países subdesarrollados.

En México esta mercancía se considera ilegal, de acuerdo a lo acordado con la Comisión Federal para la Prevención de Delitos contra la salud (COFEPRIS), está ropa puede representar riesgos sanitarios por el sinnúmero de posibilidades de contener ácaros y bacterias. Por lo que, el cruce de las miles de toneladas a nuestro país representa sobornos aduanales.

 

Curiosamente, quienes hace tiempo jamás habrían considerado adquirir ropa usada, hoy día ven una oportunidad para ostentar lo que representaría un gasto superior, aún teniendo posibilidades económicas para comprar ropa nueva.

 

“Aquí viene toda clase de gente, hasta los que tienen dinero y hasta los más pobres… Creo que las personas que entran así es porque conocen la marca de la ropa, o sea, lo que cuesta de mil pesos, ochocientos pesos, aquí lo encuentran en cincuenta o en setenta, por eso les conviene. “ – Adelina Guzmán, comerciante.

 

Si bien es importante tener conciencia ambiental por la contaminación que representa la industria de la moda, es importante poner nuestras barbas a remojar y tener en cuenta también que nos urge sensibilización de clase.

 

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