Su domicilio, en una colonia de baja plusvalía del oriente de la ciudad, pero enriquecida por la unión de sus vecinos que le dieron una calurosa bienvenida
Samuel Revueltas
Márcada con el número 119, la casa del médico Gerardo Vicente Grajales Yuca, ubicada en una modesta colonia del oriente de la ciudad, ya esperaba a su dueño. En el exterior un letrero: Bienvenido a casa.
No es el Campestre ni la Moctezuma, sus calles están dañadas y las aceras no gozan del mantenimiento de la residencias con plusvalía, pero lo que sí había poco antes de las 4:00 de la tarde era unión y alegría por la vuelta a casa de su vecino el doctor.
La calle Berriozábal sacó las pancartas de aliento para que se sintiera cobijado, en casa al final de cuentas; a un costado de su vivienda se concentraron, compraron refrescos mientras hacían la espera, en tanto lucían sus playeras que se mandaron a hacer con consignas.
De a poco fueron llegando los familiares, primero don Gerardo Grajales, su papá, se fue con los vecinos a saludar; luego, de un coche blanco su esposa Fernanda Ochoa con su hermano, cuñado de Gerardo Vicente; casi enseguida doña María Candelaria, su madre, quien a paso lento llegó a una silla que ya le tenían lista los vecinos.
A las 5:32 pm, mientras la prensa capturaba el sentir de doña María Candelaria, dos vehículos llegaron a la casa 119. De la Tracker negra de adelante bajó un primer escolta y de atrás, descendió Grajales Yuca. Los gritos de los vecinos empezaron.
Bordeó por atrás el carro, se incorporó a la banqueta; vestido con playera gris y pantalón negro, protegido con un cubrebocas, entró a su casa y abrazó a su familia. Las consignas en la calle subieron de tono: ¡Gerardo!, ¡Gerardo!, ¡Gerardo!, ¡Gerardo!, ¡Gerardo somos todos!
Al reencontrase con su madre, doña María Candelaria se volvieron uno al fundirse en un prolongado abrazo, la pandemia no importó, valió más el sentimiento.
Fernanda Ochoa aclaró a la prensa que el médico tenía que subir a descansar y que en la medida de lo posible atendería en las horas o días posteriores.
No está libre, el proceso en su contra por abuso de autoridad por presuntamente solicitar medicamentos a la familia de un paciente con COVID-19 sigue su curso, en casa, pero custodiado.
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