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Madres de la furia y del coraje. Madres esculpidas por la pena y el llanto, que les dejó el feminicidio de sus hijas y sus nietas

Óscar Gutiérrez

La marcha por el Día Internacional de la Mujer en Chiapas no buscaba hallar con vida a los frutos de sus entrañas – como lo hacen otras madres que buscan infatigables a sus 43 hijos -.

Las madres de la ira, de la ternura y de casi todos los calvariosque este domingo se coronó con cruces rosas – ocuparon las calles de Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de Las Casas y Tapachula con el grito unánime, rotundo y profundo – como el negro y el morado de sus ropas en señal de duelo– de ¡justicia!

El Parque de la Juventud con su anticipada estampa de otoño taciturno en sus horas vespertinas – como si no bastara el reguero de tristeza melancólica, que estalla en alarido, porque las palabras quedan cortas y huecas, nada más al recordar las vidas tronchadas– fue el punto de partida hacia la Avenida Central y la conclusión de la jornada en el zócalo, frente al Palacio Estatal.

Damas de la tercera edad, señoras maduras, muchachas en adolescencia plenas y niñas jaladas y cuidadas por las madres, otras en carreolas, nutrieron el paisaje de los colores y las voces de repudio contra la violencia de género, que afrenta, vulnera, fisura y mata, como la fiera de pesadilla, que se regodea con su presa para luego darle el zarpazo mortal.

Las madres de hijas víctimas de feminicidios encabezaron las marchas conmemorativas del Día Internacional de la Mujer en Tuxtla Gutiérrez, Tapachula y San Cristóbal de Las Casas, donde al grito de “justicia”, “justicia” exigieron al gobierno castigo para los agresores y garantías de seguridad para las mujeres de Chiapas.

En la capital de Chiapas, ellas acudieron vestidas de silicio.

En lo alto llevaban pequeñas cruces rosadas que evidenciaban la ausencia de las muertas por la violencia. Mostraban la probabilidad que después del sacrificio podría venir la redención y la justicia para aminorar algo del dolor encallecido que de tanto parecerlo muda en infierno consentido al lado del adolorido corazón porque no hay de otra.

Una enorme manta en vanguardia, con los nombres de tres chicas: Karla Yesenia Gómez Velasco, Mary Carmen Escobar López y Yuri Lisset Méndez Trejo, mostraba el testimonio de la injusticia y la impunidad.

Con llanto contenido y voces quebradas por la pena, algunas madres contaron “el calvario de penas e indiferencia” de la autoridad por reclamar justicia legal. Las madres que encabezaban a la multitud denunciaron de manera enfática a feminicidas.

liberados por los jueces, y a quienes aún no han sido capturados y llevado a los tribunales.

Dos de ellas citaron nombres y apellidos de los supuestos feminicidas que segaron la vida de sus hijas; uno de ellos, presuntamente, sicario de un cartel de Michoacán, y otro, quien finalmente fue detenido tras agotar el recurso de tres juicios de amparo.

La manifestación pacífica reunió a integrantes de diferentes colectivos y organizaciones feministas, campesinas, de pueblos originarios, mujeres desplazadas y periodistas, que exigieron garantías de seguridad preventiva y una efectiva procuración y administración de justicia. Asimismo, programas institucionales para erradicar la cultura del machismo.

Bajo el árbol de laurel en la plaza pública, surcada por las adoloridas palabras y los justos reclamos, un bisoño e idealista reportero cuestiona con entrecortadas frases.

Lo suyo es una confesión de evidente admiración y reconocimiento hacia ellas y de rechazo de toda afrenta:

“¿Qué monstruos pueden arrebatar la raíz terrenal de la vida, tronchar la historia genética de la humanidad inserta en cada célula femenina. Qué criatura de barbarie es capaz de arrancar la existencia de quienes desde el vientre, el regazo y los brazos nos enseñan y guían en ĺas avenidas del conocimiento y el acompañamiento del sentido estético de la enternecida comprensión del universo que es la vida misma?”.

El Día Internacional de la Mujer concentró a unas dos mil manifestantes en la capital de Chiapas, que precedidas de mantas y pancartas alusivas a la fecha, iniciaron el trayecto hacia el zócalo donde con un mitin afuera de Palacio Estatal concluyeron la jornada.

Con las últimas luces de la tarde iban agrupadas, a paso lento las chicas, jóvenes fuertes, indignadas y participativas buscaban untar en los oídos y la conciencia el mensaje contra el feminicidio y la violencia de género.

Semejaban los trazos, los pasos de rutas prehistóricas con las madres antiguas guiando la horda, la tribu, el clan, a las mujeres particularmente – las guardadoras de la vida, de las simientes-.

La rabia, el coraje, la ira, la impotencia, los resumieron en expresiones fijadas con tinta negra sobre las cartulinas y las telas. Las lanzaron también con gritos – rugidos templados al compás de la Bamba Feminista :

“¡Verga violadora, a la licuadora!”, “¡Van a volver. Las balas que disparaste volverán; la sangre que derramaste no parará; las mujeres que asesinaste no murieron! “.

” ¡Que la única sangre que derrame una mujer sea menstrual!”, “Disculpe las molestias, pero nos están matando”, “¡No fue la ropa, no fue el lugar, fue un macho patriarcal!”.

Reclamaron que en Chiapas exista alerta de género únicamente para siete municipios, cuando las agresiones y el asesinato de mujeres se cometen en todo el estado, de acuerdo con el “mapa de feminicidios y violencia de género de la entidad manchado y salpicado de sangre de las madres, hermanas e hijas aniquiladas por el machismo, la omisión y negligencia gubernamental”.

El 8 M juntó el dolor y la solidaridad mutua de mujeres de tres generaciones. Abuelas, madres, hijas unieron acusaciones, denuncias y exigencias enmedio gritos acusadores.

En Tapachula, unas 200 mujeres se concentraron afuera de la 36 Zona Militar, de donde partieron a la sede de la alcaldía, en cuyas paredes colocaron cartulinas de repudio al feminicidio y la violencia contra ellas.

El 8 M aglutinó en San Cristóbal de Las Casas a unas 800 manifestantes, de diferentes colectivos, organizaciones y ciudadanía, que se concentraron de dos puntos y cerraron con un mitin en el centro de esa ciudad de los Altos de Chiapas.

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