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Comitán

Fredy Martín Pérez

Hace tres años, la ciudadanía de Comitán festinaba el triunfo de Mario Guillén Domínguez, un comerciante poco conocido entre la población, que llegó como una bocana de aire fresco, después de siete años de alcaldes emanados del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

Con la frase de Ahora le toca el pueblo, que Guillén Domínguez se pirateó del partido Libertad Democrática Renovada (Líder) que usó en el 2015 el candidato presidencial de Guatemala, Manuel Baldizón, así como los aspirantes a alcaldías y diputaciones del país vecinos, llenó de entusiasmo a los comitecos que exigían a gritos: Agua y seguridad en sus hogares.

En la tarde del 19 de julio del 2015, no solo Guillén Domínguez sabía que había ganado el municipio de Comitán, sino los comitecos que en forma masiva le dieron su respaldo con casi 30 mil votos.

Ese día era de fiesta en Comitán y en esa misma tarde, cuando las luces de la casa de campaña del PVEM se apagaron, Mario Antonio Guillén Domínguez se encumbraba como el hombre que podía dar esos servicios que reclamaban los comitecos, pero se olvidó de las demandas y se dedicó a montar caballos y rodearse de un séquito de guaruras que nunca en la historia se había visto en Comitán para un servidor público. Jamás se le vio caminar solo por las calles o llegar en bicicleta a su oficina, como lo hacen algunos mandatarios en varias partes del mundo.

Por fortuna, el comerciante de botas y pantalones de mezclilla, tuvo una aliada, como fue la participación de su cónyuge Estrellita Yamilet Molina Guerra, que con su carácter afable y carismático evitó que su caída el 1 de julio pasado no fuera tan estrepitosa.

Y es que Molina Guerra hizo un trabajo eficiente como presidenta del DIF Municipal, en apoyo de los grupos vulnerables y adultos mayores. Es decir, superó con creces lo que hizo Guillén Domínguez desde la alcaldía.

El pueblo que ahora le tocaba llegar a la presidencia municipal esperó impaciente durante mil 95 días, que se le diera agua todos los días o al menos una o dos veces por semana, pero nunca lo tuvo.

Clamó por frenar los robos en casas habitación, negocios y hurtos a mano a armada en varios puntos de la localidad, pero Guillén Domínguez no lo hizo.

Aunque el alcalde llegó a la presidencia municipal con una millonaria deuda heredada de las administraciones pasadas a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), nada hizo por solucionar el problema, porque en plena campaña, la dependencia cortó el suministro de fluido del alumbrado público, que representó un golpe demoledor en busca del voto a su favor, en plena efervescencia política.

Otro problema que no pudo destrabar, fue el de las bombas extractora de agua y los motores de rebombeo, que estaban en pésimo estado, ya extrañamente se averiaron, lo que dejó sin agua a miles de comitecos por varias semanas.

No pudo reordenar el Comité de Agua Potable y Alcantarillado Municipal (Coapam), para actualizar el padrón de usuarios, presionar a morosos, restablecer líneas en mal estado y buscar nuevos pozos para suministrar del líquido a colonias de la zona sur, muchas de ellas que esperaron hasta más de un año para que le llegaran una gota de agua.

De la inseguridad, el alcalde no pudo establecer un plan de combate frontal a la delincuencia en el robo de casas habitación, negocios y asaltos en sucursales bancarias y tiendas donde mujeres campesinas cobran remesas.

En el tema de la transparencia, los datos se ocultaron y nunca se supo qué constructoras hicieron la obra pública y cuánto fue el monto de lo erogado.

En los primeros días de haber iniciado su gobierno, un grupo de reporteros de varios países tuvo.<

Así, el pasado 1 de julio, Guillén Domínguez pudo percibir de los errores que cometió, pero ya era demasiado tarde para corregirlos.

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