Deserción escolar, problemas físicos, embarazos, partos prematuros que a su vez incrementan la tasa de mortalidad entre las niñas de entre 15 y 19 años según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) son algunas de las lamentables consecuencias del matrimonio infantil.
Pero los daños no solo esos. Y es que las niñas también sufren de consecuencias psicológicas como depresión y ansiedad que desembocarán problemas de adicciones con el alcohol y drogas. Aunado a esto las menores de edad son violentadas por sus parejas y familiares de estas.
Las uniones con niñas y adolescentes es una clara violación a los derechos humanos, ya que las niñas se ven vulnerables a embarazos y abortos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y muerte materna.
En Chiapas, 23 de cada 100 mujeres aseguran haber contraído matrimonio entre los 12 y los 19 años de edad, y en varios casos, los padres impusieron una cantidad específica para darlas en matrimonio, a cambio de animales, comida o dinero en efectivo. De hecho, por lo menos en 40 municipios de la entidad se presentan índices de víctimas de matrimonios forzados.
Los 40 municipios que practican las uniones forzadas, se encuentran en las zonas norte, Selva, Costa y Frailesca. Pese a lo que se cree no sólo en la zona indígena y empobrecida se realizan matrimonios obligados, sino también en la zona urbana, como Tuxtla Gutiérrez, Chiapa de Corzo y Berriozábal.
Cabe mencionar que la zona Altos, las uniones forzadas se realizan en niñas de 12 a 16 años con hombres jóvenes de 16 a 18 años de edad y en menor número con hombres mayores.
Entre las causas de los matrimonios forzados se encuentran los usos y costumbres, en la que el padre decide el matrimonio, a cambio de una dote económica.
Cifras de la Red por los Derechos de la Infancia en México indican que una de cada cinco mujeres entra en situación conyugal antes de los 18 años; mientras que más del 40 por ciento de las adolescentes indígenas de Chiapas, Guerrero y Veracruz se casan antes de cumplir la mayoría de edad.
Además, en nuestro país, uno de cada 33 adolescentes entre 12 y 17 años está casado, en unión libre, separado, divorciado o viudo. En 30 años, el número de mujeres que se casaron cuando eran niñas solo disminuyó un 4 por ciento.
El estado de Guerrero, una de las entidades con mayor pobreza, ocupa el primer lugar en matrimonio infantil. Existen 16 mil 909 niñas y adolescentes que no son solteras (18.3 por ciento), de las cuales casi 10 por ciento (mil 645) son niñas de 12 a 14 años. En Chiapas hay mil 817 niñas en esta situación.
MATERNIDAD INFANTIL
Otra de las consecuencias negativas del matrimonio y las uniones en menores de edad son los embarazos no deseados o no planeados.
Un embarazo en la niñez o adolescencia, de acuerdo con las instituciones de salud pública, con frecuencia no es planeado ni deseado, y aunque lo sea, no existen suficientes alternativas para cubrir de la mejor manera todas las necesidades que la niña o adolescente requerirá durante la gestación y el parto.
La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014 (Enadid) del Inegi, en 2009 ocurrieron en el país 70 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad, 5 años después se incrementó a 77 nacimientos; mientras, los nacimientos registrados en niñas menores de 15 años, de 2009 a 2014, fueron 67 mil 379.
Ser madre o padre adolescente refuerza condiciones de vulnerabilidad, marca roles de género tradicionales, pero sobre todo, implica perder vivencias y conocimientos propios de la adolescencia. La maternidad y paternidad temprana suele tener efectos negativos graves en las hijas e hijos de las niñas y adolescentes, exponiéndolos a condiciones adversas que entorpecen su desarrollo.
De acuerdo a Ddeser, Chiapas ocupa el tercer lugar a nivel nacional en embarazos adolescentes. El municipio de Villaflores es la localidad con más casos en el país, donde cada mil embarazos 96 son prematuros.