En la mira / Héctor Estrada
Con la misma firmeza con lo que se señalan los desaciertos de quienes ostentan cargos públicos,
también es justo reconocer cuando las cosas se han hecho bien, cuando se entregan resultados y
se cumple con la mínima responsabilidad pública conferida. Ejemplo de esto es la reciente
detención de Fred Muñoz Natarén, prófugo popularizado por el denominado #CASOVIRI.
El tormentoso episodio para la familia Castillejos Chang inició el pasado 21 de febrero cuando
Viridiana Guadalupe Castillejos Chang fue brutalmente agredida por su ex pareja, Fred Muñoz
Natarén, en la ciudad de Tapachula.
De acuerdo a declaraciones que constan en la averiguación previa 16/UEDSYVF/2015, Viridiana fue
“emboscada” por Fred Muñoz para subirla a la fuerza a su vehículo y trasladarla a una habitación
del hotel Villa Exótica “hasta donde fue arrastrada”, violada, golpeada en el rostro en varias
ocasiones con una mancuerna y casi estrangulada.
La aterradora escena del intento de homicidio dio la vuelta al país a través de las redes sociales y
medios electrónicos nacionales e internacionales en una intensa campaña elaborada y ejecutada
por el propio padre de Viridiana, el periodista José Luis Castillejos, quien hizo uso de todos sus
contactos y herramientas posibles para la feroz búsqueda.
Para la familia Castillejos Chang no hubo descanso. La sed de justicia y la suma de afectos y
voluntades popularizaron el caso. La presión ejercida por el periodista y sus contactos mediáticos
hicieron imposible a la autoridades de procuración de justicia en Chiapas ignorar el tema. Fue una
campaña bien instrumentada que no dejó alternativa a las autoridades.
A menos de cuatro semanas Fred Muñoz fue detenido en el estado de Querétaro.
Las
investigaciones coordinadas y casi obsesivas de la Procuraduría General de Justicia del Estado de
Chiapas tuvieron éxito en dar solución a un reclamo cada vez más populoso que les pisaba los
talones exigiendo justicia.
Resultó un acierto innegable para la dependencia que dirige Raciel López Salazar.
El resultado de
las investigaciones sólo necesitó de 23 días. Queda poco que decir ante tanta eficiencia y
efectividad de las autoridades procuradoras de justicia. Hoy el equipo del procurador chiapaneco
puede disfrutar de esas victorias que acallan críticos y sólo dejan espacio a los aplausos.
Pero mañana… Tras la conclusión del #CASOVIRI, en Chiapas no hay espacio para seguir con
festejos prolongados. Y es que, en lo que va del año, según de la Red por los Derechos Sexuales y
Reproductivos en México (Ddeser), al menos otras 10 mujeres han sido asesinadas con brutales
ataques iguales o peores a los vividos por Viridiana Castillejos.
De acuerdo a datos oficiales, de 2012 a 2014 en la entidad chiapaneca se registraron más de 221
muertes violentas de mujeres. El 65 por ciento han sido catalogados como feminicidios y la gran
mayoría aún permanecen impunes, con mujeres como Viridiana que no tienen la fortuna de contar
con padres periodistas o contactos influyentes que saquen sus casos del anonimato.
Ante estas premisas es imposible olvidar el caso de la niña Kimberly donde las faltas de
explicaciones claras han brillado por su ausencia.
Las responsables están libres, pese a los peritajes
y el dictamen judicial que señala claramente que la menor fue estrangulada al interior de la
guardería.
No se trata de un linchamiento sinsentido, pero sí de un reclamo de justicia para
esclarecer el caso.
Hoy muchas víctimas requieren a gritos de la misma efectividad con la que se investigó y resolvió
el caso de Viridiana Castillejos. Ojalá no se haga habitual la necesidad de escándalos mediáticos
para estimular el funcionamiento de procuración de justicia y así no tener que repetir las palabras
de José Castillejos que aseguran que “Si uno no protesta en redes sociales nadie te escucha”.