
La universidad promueve a Diego El Cigala —condenado por violencia contra su expareja— y obliga a empleados a pagar los boletos más caros desde su salario
La Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) ha organizado un concierto con el artista Diego El Cigala —sentenciado por violencia contra su expareja— y, en un movimiento ampliamente criticado, ha obligado a trabajadores administrativos a pagar los boletos más costosos con descuentos vía nómina y a comprometerse a vender al menos 10 entradas adicionales.
El evento, anunciado como “Flamenco y Son”, se realizará el 9 de mayo con la supuesta finalidad de recaudar fondos para el Programa de Becas del Comedor Universitario. Sin embargo, el comedor permanece cerrado por falta de recursos, lo que vuelve cuestionable el uso de este argumento como justificación institucional.
Más grave aún es que la UNACH no solo promueve a un artista con antecedentes judiciales por violencia de género, sino que impone a sus trabajadores administrativos la carga económica de financiar el espectáculo. La compra de los boletos —que oscilan entre los $535 y $1,785 pesos— se hace mediante descuentos directos en la nómina, lo que representa un uso forzado de los salarios como mecanismo de cobro institucional.
Varios empleados han denunciado, bajo anonimato, que fueron presionados para adquirir dos boletos de la zona más cara y vender diez más por persona. Esta práctica ha sido calificada por los propios trabajadores como un abuso de poder y una violación a sus derechos laborales.
Además, resulta contradictorio que una universidad pública, que sostiene un discurso de inclusión y respeto a los derechos humanos, dé promoción institucional a un artista que fue sentenciado por ejercer violencia contra una mujer, ignorando completamente los principios básicos de equidad de género que dice defender.
A esto se suma una irregularidad reciente: el bono por el Día del Niño fue entregado en efectivo, y no mediante los canales oficiales —nómina o cheque— lo que refuerza la percepción de opacidad y discrecionalidad en el manejo de los recursos dentro de la universidad.
El concierto, lejos de ser una causa solidaria, se ha convertido en un símbolo de imposición, violencia simbólica e institucional, y contradicción con los valores que la UNACH debería representar.


























