
Lengua, vestimenta y memoria compartida cruzaron límites en Chiapas
La comunidad de Tziscao, en la frontera sur de Chiapas, mantuvo vigentes la lengua, las tradiciones y los vínculos comunitarios del pueblo ch’uh, pese a la división territorial entre México y Guatemala, de acuerdo con testimonios recogidos en la zona.
En este punto fronterizo se localizó el Puente de Piedra, una estructura ancestral construida con piedras encimadas que permitió, durante generaciones, el cruce del Lago Internacional cuando no existían caminos. El paso fue utilizado para trasladar personas enfermas y mantener la comunicación entre comunidades de ambos lados del lago.

José Hernández Marcos, integrante del Consejo Nacional de Pueblos Indígenas, explicó que la población ch’uh se reconoció como una sola comunidad, independientemente de la frontera política. Señaló que la lengua maya ch’uh continuó hablándose en la región y se transmitió de manera cotidiana entre familias y generaciones.
La vestimenta tradicional, como el capixay elaborado originalmente con pelo de oveja, permaneció como un símbolo de identidad cultural. De acuerdo con habitantes de la zona, las prendas fueron confeccionadas por las propias familias y utilizadas en actividades comunitarias, ceremonias y encuentros culturales.

Habitantes indicaron que niñas, niños y jóvenes participaron en actividades musicales y culturales, donde aprendieron tanto la lengua como las tradiciones del pueblo ch’uh, pese a interrupciones derivadas de la pandemia, que afectaron procesos comunitarios de enseñanza.
Además de su valor cultural, Tziscao se consolidó como un punto de encuentro turístico y comunitario, con senderos, balsas y actividades en el lago, al tiempo que la población avanzó en proyectos de organización indígena y acceso a servicios como la energía eléctrica, sin dejar de preservar su herencia ancestral.















