
Oswaldo Chambor -joven de 20 años- describe el deterioro de su comunidad: menos turismo, economía en picada y temor a grupos con respaldo político. Su familia, dedicada al transporte y artesanías, apenas logra ingresos.
“Ha habido un cambio muy, muy, muy feo hasta el momento que ya no es como antes”. Así resume Oswaldo Chambor, joven de 20 años originario de la Selva Lacandona, la transformación de su comunidad: de un entorno de tranquilidad y contacto con la naturaleza a un escenario marcado por la división interna, la caída del turismo y el temor hacia grupos favorecidos políticamente.
En entrevista, Chambor relató que la disminución del turismo golpeó directamente la economía de su familia, dedicada al transporte, la renta de cabañas y la venta de artesanías. “El gobernador dijo que iba a haber mucho turismo, cosa que no es verdad porque yo trabajo en lo del turismo y llevo a Bonampak solo una o dos veces a la semana, y pues ya no me alcanza”, explicó.
El joven denunció también un ambiente de hostigamiento por parte de grupos locales. “Más que nada vi más amenazas de mis compañeros, que son mismos lacandones de ahí. Porque se llevan con el gobernador ellos pueden hacer lo que quieran, o porque se llevan con sector o algo así, ellos pueden hacer lo que quieran. Lamentablemente eso es lo que tenemos miedo, porque ellos pueden hacer lo que quieran pero nosotros no”.
Según Chambor, la división comunitaria se acentuó por el manejo de los apoyos oficiales. “Sí, exactamente hay división, porque cada familia tiene su grupito y pues ellos ya están muy aparte, y pues sí a esa familia sí se le tiene miedo”, dijo.
El joven señaló además que la Secretaría de Turismo mantiene comunicación permanente solo con un sector, mientras otras familias quedan excluidas. “Para ese grupo de personas sí los toman en cuenta, creo que semanal o diariamente tienen contacto con ellos, porque sí les bajan recursos y cosas así. Pero los demás que son artesanas o tienen cabañas, no veo algún apoyo en esa parte”, aseguró.
Con ingresos familiares que apenas alcanzan los dos o tres mil pesos mensuales, Chambor expresó su preocupación por el futuro de la Selva Lacandona y de los jóvenes que, como él, dependen de oportunidades en el turismo para salir adelante.


















