José Antonio Aguilar Castillejos decidió abandonar el cargo para buscar otro hueso, a pesar de los pendientes que quedan, como los Bancos de Bienestar
Con bombo y platillo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció en marzo pasado que Chiapas contará con 210 sucursales del Banco del Bienestar, la banca donde se cobra la mayoría de los programas sociales.
Pero, en ese entonces reconoció la falta de conectividad por fallas en el internet -sin el cual los bancos no pueden operar-, problema que está presente en Chiapas.
“Ya lo estamos resolviendo, ya la mayoría está construida, pero no tiene la conectividad; están funcionando […] deben de ser 60, 85 funcionando, ¿y terminadas? 188, ¿y son en total general? 210”, señaló en esa visita al estado.
Aún con todo y que Chiapas cuenta con un padrón superior al millón y medio de beneficiarios -ya los aumentos de presupuesto y matrícula que habrá el próximo año-, el ahora exdelegado de Programas de Bienestar, José Antonio Aguilar Castillejos dijo “con permiso” para ir a buscar el hueso más apetecible de la entidad: la gubernatura, claro, antes de esto la coordinación de la 4T.
Ahora la cifra de sucursales supera los 160, es decir, que están pendientes por concretarse 50 de estos inmuebles, lo que a Aguilar Castillejos le viene importando poco, pues en su despedida aseguró que “el personal está capacitado”.
Otra de las cuestiones que deja botada el exdelegado es la próxima oleada de inscripciones al Programa Bienestar para Adultos Mayores que incrementará su padrón en el 2024 junto con la cantidad de recursos por pensión que será de 6,000 pesos.
En total, son 16 los Programas de Bienestar que Aguilar Castillejos deja a medias a un año de que el presidente Andrés Manuel López Obrador abandone el cargo, entre estos el más sonado “Sembrando Vida” que acumula a 80 mil beneficiarios en la entidad.
Con todo y los demás esquemas de apoyo, la foto más reciente del exfuncionario es clara: ataviado de la clásica guayabera, con un collar de flores y el saludo en son de despedida entre un grupo de personas a las que deja con esos 16 pendientes, sin importar que después regrese a pedirles el voto.
