
Este par de mujeres lleva varios minutos está en el paso peatonal; sin embargo, ningún conductor detiene su vehículo.

Al fin lo logran, pero no fue por cortesía. Esa camioneta se postró en la cebra peatonal.

Y así como ellas, son decenas de personas que intentan pasar por esta calle que conecta el Parque Central de Tuxtla con la Plaza Catedral, pero a pesar de la señalización y de los bolardos, a las y los conductores poco les importa.
En Tuxtla Gutiérrez, el carro es primero. Y si no es así, solo es cuestión de detenerse unos momentos y observar.
Bajo el intento sol de este 27 de febrero, a la 1 de la tarde los 33 grados se hacen insoportables.
Los conductores, desde la comodidad de su vehículo son los dueños de la calle, de la vialidad. Los peatones deben esperar.
Es el caso de este adulto mayor que mejor se detienen sobre el bolardo a esperar. Cuando al fin un generoso se detiene, lo agradece con cordialidad.

Hay quienes prefieren desafiar y torear los vehículos, como este señor con su pequeño que, una vez que camina, obliga a que los vehículos se detengan.

Otros más mejor emprende la marcha a paso veloz, prefieren correr.

Pasar por aquí es un desafío, cuando ven al peatón en lugar de detenerse, aceleran.
El artículo 57 del Reglamento de Tránsito dice que “En los cruceros o zonas marcadas para el paso de peatones, donde no haya semáforos o agentes de tránsito que regulen la circulación, los conductores harán alto para ceder el paso a los peatones que se encuentren en la superficie de rodamiento”.
Rara vez es el caso en este paso peatonal, donde la cultura ha priorizado al vehículo por encima del peatón.


























